Centro / Periferia
La metáfora geométrica del centro y la periferia se usa frecuentemente para describir la oposición entre los dos tipos fundamentales de lugares en un sistema espacial: el que lo domina y saca provecho de esto, el centro, y los que lo sufren, en posición periférica. Esta pareja conceptual se remonta por lo menos a Werner Sombart (Der moderne Kapitalismus, 1902), si no es a Marx (las relaciones ciudad/campo) y fue utilizada por los teóricos del imperialismo (Rosa Luxemburg, Boukharine), pero los economistas de las desigualdades de desarrollo son los que le dieron su forma contemporánea (Samir Amin, Le développement inégal, 1973). Alain Reynaud desarrolló la noción en geografía (Société, espace et justice, 1981).
Luego, se es riguroso al no utilizar este vocabulario en el sentido corriente, el cual se emplea particularmente en la vida urbana cotidiana para distinguir lo que está en el medio de lo que está en el exterior. En particular hay que desconfiar de las representaciones en aureolas encajadas que pueden designar tanto simples discretizaciones (aureolas de densidades crecientes o decrecientes), etapas sucesivas (anillos de crecimiento urbano, por ejemplo), reparticiones de fenómenos de naturalezas diferentes según un parámetro de distancia (anillos de Thünen), como una oposición entre lugares dominantes y dominados.
El concepto puede ser empleado en todos los niveles de la escala geográfica (centro y periferia dentro de los límites de un pueblo, de una ciudad, de una región, etc.). Pero ha tenido éxito particularmente a nivel mundial, como equivalente de las parejas mundo desarrollado/mundo subdesarrollado, o Norte/Sur. Hablar de centro/Periferia permite una descripción de la oposición de los lugares, pero sobre todo posibilita proponer un modelo explicativo de esta diferenciación: la periferia está subordinada porque el centro es dominante -y recíprocamente-. Este concepto ha sido utilizado en consecuencia sobre todo en las reflexiones tercermundistas, más o menos como instrumento de mala conciencia para los habitantes de los países occidentales. Pensar en términos de centro(s) y de periferia(s) permite una reflexión sobre la interacción espacial entre los lugares del mundo: los lazos de dependencia recíproca donde las desigualdades son la regla, pero que no funcionan en un sentido único.
Para que la pareja tenga sentido, es necesario que existan relaciones entre los dos tipos de lugares, es decir flujos (de personas, de mercaderías, de capitales, de informaciones, de decisión,…), y que estas relaciones sean disimétricas (saldo desequilibrado de flujos, jerarquía de las relaciones de poder…). El centro es central justamente porque saca provecho de esta desigualdad y, recíprocamente, la o las periferia(s) se caracteriza(n) por un déficit que mantiene su posición de dominada(s). El sistema descrito de este modo es autorregulado: el centro reproduce las condiciones de su centralidad y recíprocamente para la periferia. Hablar de periferia dominada es, pues, un pleonasmo. Sin embargo, justamente porque está fundado sobre una lógica de intercambio (desigual), el sistema es dinámico. Si ciertas periferias pueden volverse ángulos muertos (éstas son denominadas por ello abandonadas), otras pueden beneficiarse con su situación (ventaja a término en el tamaño más grande, en la posición de contacto con el exterior del sistema espacial…); esto puede implicar inversiones de polaridad en una lógica que permanece globalmente idéntica, o bien cambios de sistemas.
El modelo centro/periferia tiene en consecuencia una robusta capacidad heurística, con la condición de no trivializarlo excesivamente. Conviene reservar su uso para la formalización de todo sistema fundado sobre las relaciones de desigualdad y no utilizarlo como simple descripción de gradiente o diferenciación espaciales.
Ver tambien: modelos