Sur
El término sur designa a uno de los cuatro puntos cardinales: como el norte, al cual se opone, permite definir la «latitud», entre el polo «Norte» y el polo Sur, sin embargo, el «Este» y el Oeste indican la «longitud». Estos puntos de referencia astronómicos permiten dar las coordenadas de un punto, es decir, su localización precisa sobre el planeta. Pero otras significaciones se agregan a esta primera acepción, que permanece válida evidentemente, de suerte que la palabra evoca hoy en el lenguaje corriente realidades muy alejadas de su sentido inicial.
Para los europeos y por contraste con las brumas y las heladas del Norte, el Sur evoca el sol y el calor. En Francia, la palabra remite a la imagen de las vacaciones de verano: la autopista del Sur de París a Lyon toma más allá el nombre de autopista del Sol, cuando, a lo largo del valle del Ródano, los paisajes cambian y el calor anuncia el Mediodía y el Mediterráneo. Además, en muchos Estados del continente, un efecto sur valoriza a las regiones más meridionales por sus amenidades climáticas relativas, ya sea en Gran Bretaña el litoral de la Mancha, calificado algunas veces de riviera, o en Alemania la Baviera, por los paisajes sonrientes que ofrece al que viene desde los bordes del Mar del Norte o del Báltico. Éste no es el caso del hemisferio austral, donde el Sur posee connotaciones negativas en Argentina o en Chile. Sin embargo, incluso para los habitantes del hemisferio boreal, falta que la palabra Sur sea siempre percibida positivamente. Si se entiende que la suavidad del clima empuja más al descanso que al esfuerzo, el Sur puede referirse a la idea de un espacio menos productivo. Entonces la Francia del Sur no es solamente la lengua oc en contraste con la lengua oil, es también la Francia menos industrial y menos desarrollada que la Francia del Norte… Esta representación sobrevive a las dinámicas territoriales que tienen, en las últimas décadas, ampliamente modificadas las jerarquías económicas heredadas de la Revolución Industrial. En Italia, el Sur es el Mezzogiorno pobre y más frágil que la Italia del Norte. Se ve el peligro de tales clichés que parecen destinar el Sur a una inferioridad en relación con el Norte. Esto es en gran parte falso (en Estados Unidos, el Viejo Sur tiene un nivel de desarrollo modesto, pero el Sun Belt atrae a los hombres y las inversiones): ellos encierran los territorios comprendidos en una especie de destino mediocre fijado por el lugar: naturalización de la historia que hace pensar en la muy inexacta teoría de los climas de Montesquieu y que no está alejada del determinismo natural refutado desde hace mucho tiempo por la Geografía clásica.
A escala mundial, el término Sur es hoy empleado en un sentido comparable: un espacio menos desarrollado que el Norte. Es una palabra sustituta, aparecida para reemplazar a otras que se volvieron obsoletas. Después de haber constatado la arbitrariedad de la expresión países subdesarrollados (¿cómo fijar el límite entre unos países que serían desarrollados y otros que serían subdesarrollados?) y el desprecio o la condescendencia que podía acarrear, luego también de que la palabra Tercer Mundo hubo perdido su sustancia (la idea de un tercer mundo que impugnaría una configuración geopolítica dominada por dos bloques no tiene ningún sentido después de la desaparición de la Unión Soviética y el hundimiento de su imperio, y por otra parte, los países que componían este tercer mundo han tenido trayectorias divergentes), fue necesario inventar una nueva terminología. En 1980, Willy Brandt, el ex canciller alemán, presenta el informe de una Comisión Independiente que él preside, sobre los problemas de «desarrollo» internacional Norte-Sur: un programa de supervivencia sobre los problemas de desarrollo internacional. El examen muy aproximado de un planisferio hace aparecer siempre una América del Norte, una Europa y un Japón (se da a este conjunto el nombre de Tríada) que concentra la riqueza y los poderes; el término Sur se impuso para designar la parte menos desarrollada del planeta. Se habló de este modo del diálogo Norte-Sur para referirse a la concertación entre los países de niveles económicos desiguales y llamar a una necesaria cooperación de los países ricos con los países pobres.
Como sólo hace referencia a la localización, la expresión parece exenta de toda connotación peyorativa. Es quizás su mérito. Pero esto no impide que se hagan reservas y comentarios. Primeramente, la expresión es una metáfora geográfica que no equivale a la lectura exacta de la carta: los países denominados del Sur no están todos en el sur, y tampoco los países llamados del Norte están todos en el norte. El caso de Australia es el más llamativo: el único país cuyo nombre indica su localización meridional, es decir, al sur, es un país del Norte, en el sentido aquí retenido, o sea, un país rico. Se puede admitir, evidentemente, que la lengua comporta convenciones y que los términos extraídos de tal o cual saber se enriquecen con nuevas acepciones validadas por el uso. El problema es que esto puede ser fuente de errores. De este modo, hay confusión frecuentemente entre países del Sur y hemisferio Sur, mientras que muchos países del Sur se hallan en el hemisferio Norte: los dos gigantes que son la India y la China, pero muchos otros también (México y el conjunto caribeño, la mayor parte de África, Pakistán, Bangladesh y la mayor parte de Asia del Sudeste, por citar sólo algunos ejemplos). Luego, es necesario subrayar el carácter heterogéneo del conjunto geográfico designado con el término Sur. Que hay elementos que, sin ser parecidos en todos los puntos, presentan bastantes similitudes entre ellos para constituir un conjunto que, por definición, se diferencia de lo que le es exterior; esto no tiene nada de ilógico. Que una palabra designe a este conjunto es por lo tanto formal. Incluso hay que ignorar estas diferenciaciones internas para no hacer decir a la palabra más de lo que puede. En realidad, el Sur agrupa a países de niveles de« desarrollo» muy disímiles. Se encuentran allí países que el Banco Mundial clasifica como países de renta débil (muchos en África) y otros de renta intermedia. Varios son países emergentes (Brasil, China, India, México, África del Sur…) que registran un fuerte crecimiento económico y están dotados de un parque industrial ya consecuente. Se sabe que estos últimos se hacen sobre la escena mundial, tanto en el plano económico como en el político. El Sur es por lo tanto suficientemente diverso como para que se prefiera algunas veces la expresión los Sudes, en plural, puesto que la realidad es plural.
Esto muestra que el “desarrollo” hace surgir nuevas configuraciones geográficas. ¿Los Sur merecerán entonces siempre esta apelación? Sin duda no. Del mismo modo que el término se revela útil para realizar una aproximación, aunque torpemente, de un carácter del mundo en un momento dado, otras palabras habrán a su turno para designar otros conjuntos espaciales cuando las jerarquías actuales hayan cambiado.