Yacimiento
Del verbo yacer, estar extendido sin movimiento, como un cadáver bajo la tierra.
Lugar o espacio caracterizado por la concentración relativa de un elemento utilizable por una sociedad humana.
Este término fue empleado primero para designar los espacios cuyas rocas presentan una fuerte concentración de un cuerpo químico utilizable en la agricultura o la industria: óxido metálico, carbón, hidrocarburos, fosfato, talco, etc. En este sentido, la noción de yacimiento es muy cercana de la de cuenca minera. Numerosos estudios geológicos intentaron localizar estos yacimientos, precisar sus límites, la concentración en mineral útil, su duración probable de explotación. La geografía clásica se interesa más por el papel de estos yacimientos de minerales metálicos, de hulla y de hidrocarburos como factores de localización de actividades industriales y de poblamiento, y como factores o criterios del poder de un Estado, para quien éstos constituyen recursos, incluso armas en estrategias de competencia y de dominación. Sostiene esto a condición de que se pueda extraer el mineral útil, técnicamente, con una ganancia mínima, en función de la situación del mercado, y de que la utilización del yacimiento se haga por o en provecho de actores nacionales, al menos en parte. Ahora bien, la posesión y la explotación de grandes yacimientos de materia prima o de energía constituyen uno de los grandes desafíos de las relaciones geopolíticas y económicas a nivel mundial e internacional. Éstos han dado lugar y dan siempre lugar a estrategias complejas y a numerosos conflictos entre Estados: por ejemplo, la colonización de territorios ricos en materias primas por los europeos, la teoría del lebensraum [espacio vital] de los Nazis, los conflictos en torno a los territorios petroleros, etc.
El término yacimiento se extendió después a todo espacio que concentre uno o más elementos valorizables económicamente, o que presente atributos valorizables económicamente, incluso a estos atributos mismos. Se habla así de yacimiento turístico, o se considera a la nieve en montaña o al mar tibio en verano como yacimientos explotables, que contribuyen a la implantación de equipamientos turísticos específicos (“principio de yacimiento” de C. Grataloup, 1989).
Del mismo modo, metafóricamente se habla de yacimiento (o cuenca) de mano de obra, de yacimiento de materia gris (concentración de ingenieros e investigadores en ciertas metrópolis).