Determinismo

En la literatura geográfica, la noción de determinismo es objeto de un empleo muy particular, y conlleva tales ambigüedades que conviene mencionar en primer lugar los problemas que éstas plantean.

En efecto, el término «determinismo» es empleado frecuentemente para designar lo que se puede denominar un «determinismo mecanicista por factores naturales». En su forma extrema, una marcha tal consistiría en interpretar todos los aspectos del espacio geográfico en función de los caracteres naturales de ese espacio, o, como se dice a menudo, a partir de «causas físicas». En esta forma extrema, esta marcha ha sido en realidad poco preconizada y escasamente empleada en los trabajos de los geógrafos, salvo quizás en las primeras fases del desarrollo de la disciplina; ésta es en efecto poco sostenible, y ha sido objeto de refutaciones pertinentes. Numerosos geógrafos creen sin embargo ver huellas más sutiles en muchos trabajos; así se ha dicho frecuentemente que la construcción de muchas exposiciones de geografía, que comienzan por la presentación de los aspectos naturales de un espacio, responde al «determinismo», y por esta razón son criticables.

Se puede pensar que este empleo bastante constante del término en un sentido muy limitado oscureció mucho el debate, y entorpeció a los geógrafos en la formalización de los problemas de explicación y de causalidad.

En un sentido general, el determinismo es una posición filosófica que considera que todo efecto tiene una causa o una serie de causas identificables, y que la marcha científica consiste en buscar esas causas. Esta marcha es, en consecuencia, un elemento de base de la definición de la ciencia, y se puede evidentemente encontrar paradójico y lamentable que los geógrafos, en razón del empleo restrictivo que hacen de la noción, lleguen a considerarla como típica de las marchas no científicas.

Las querellas en torno al lugar de los aspectos naturales en la explicación en geografía parecen haber ocultado en parte un cierto número de cuestiones importantes que se plantean a propósito de las nociones de causalidad, de determinación y de explicación.

Entre estas cuestiones, se pueden mencionar:

– La de las limitaciones del determinismo, que proviene de la intervención de los factores aleatorios y de los momentos y los modos de intervención de estos factores aleatorios.

– La del significado de estos aspectos aleatorios, que pueden ser considerados, ya sea como manifestaciones de la insuficiencia de los conocimientos en un momento dado, y en consecuencia como máscaras provisorias de la ignorancia, ya sea como caracteres inherentes a la realidad. Cualquiera sea la concepción que se tenga de estos componentes aleatorios, los límites del determinismo que implica esta intervención no conducen obligatoriamente al indeterminismo total, es decir a la renuncia a toda investigación causal.

– La de la parte relativa de la causalidad lineal y de las interacciones; o aún de la parte relativa de la causalidad simple o de los razonamientos fundados sobre la multicausalidad. (Se puede pensar que muchas de las críticas sobre el uso que se hace de los factores naturales en la reflexión geográfica se justifican en efecto recurriendo a causalidades lineales y simples; pero éstas no deberían desembocar en explicaciones tan simplistas a partir de otros factores, como las que provienen de la economía, por ejemplo).

Estamos tentados de adelantar que sería lamentable que las críticas legítimas de una forma de determinismo conduzcan a los geógrafos a renunciar a la búsqueda de reglas, incluso de leyes, a la utilización de modelos y a los razonamientos que combinen la inducción y la deducción.