Etnia
Grupo humano o tipo de grupo humano cuyos miembros presentan rasgos comunes, muy variados según los autores, pero que son cada vez menos estudiados por sus caracteres somáticos, y cada vez más analizados según sus comportamientos y sus datos culturales. Las etnias se caracterizan también por una extensión intermedia entre la de grupos de tamaño reducido, como las familias, y la de entidades de gran tamaño, como las naciones.
«Etnia» es uno de los numerosos términos que designan a un grupo humano, o a un tipo de grupo humano. Fuera de este carácter muy general, las especificidades necesarias para completar la definición presentan ciertas convergencias, como se indica más arriba, pero éstas son diversas y dinámicas, si bien el empleo de la palabra es objeto de discusiones y polémicas. Se podría incluso pensar que el peso de estas polémicas es un elemento de la definición misma de etnia. Sin embargo, un cierto número de connotaciones se pueden extraer, retener y considerar como esenciales en razón de la frecuencia de su asociación al término en la literatura.
Una tendencia fuerte que se acentúa actualmente consiste en rechazar la definición de etnia por los caracteres biológicos o «fenotípicos» de los individuos que la componen, y en consecuencia en distinguir claramente la noción de etnia y la de «raza», si bien subsisten en la materia varias ambigüedades sobre las cuales es necesario volver. Entonces se buscan los factores de cohesión y de pertenencia de las etnias del lado de los valores y de las representaciones: cultura común, comunidad de lengua y, de un modo más general, sentimiento de pertenencia. Frecuentemente se intenta buscarles a las etnias raíces en el pasado, en relación con una historia común, más o menos mítica. De una manera general, la pertenencia a una etnia no resulta nunca de la elección de un individuo, ésta le es impuesta por los otros. Como dice Gavan Trevoux, «la identidad étnica no es cosa de elección, sino que está prescrita por otros, en el interior o en el exterior de la etnia» («ethnic indentity is not a matter of choice, but ascribed by others, within and without the ethnic group»). Las partes respectivas de la imposición de la pertenencia étnica «del interior» y «del exterior» son un elemento importante de la significación, incluso de la definición misma de etnia. La existencia de casos donde la imposición desde el exterior es preponderante, incluso única, lleva a definir una noción de etnia «adscrita» («ascribed», en inglés). Más simplemente, se podría hablar de etnia «soportada» o de identidad étnica «asignada».
Desde el punto de vista del tamaño, la etnia es en general considerada como un grupo relativamente importante, que supera notablemente a los efectivos posibles de un grupo de parentesco «real». Por consiguiente, se diferencia por el tamaño mínimo de grupos, como la familia, la familia ampliada, el clan, incluso la tribu. Si ocurre que las etnias se reconocen como grupo de parentesco, es quizás en relación con un ancestro mítico y lejano, capaz de definir una línea en efectivos suficientemente importantes. Reina más imprecisión en lo que concierne al tamaño máximo, porque ocurre que se aplica la expresión en grupos muy importantes, como por ejemplo la población de origen latino en los Estados Unidos de Norteamérica.
Parece que la referencia a un espacio común, a un territorio en el sentido preciso del término, está menos frecuentemente asociada a la definición de etnia en la literatura que los otros caracteres. Una parte importante de la literatura ha tendido y tiende aún a reservar el término etnia a grupos característicos de las sociedades no europeas, a veces ridiculizadas por atributos más o menos peyorativos, sociedades «primitivas», por ejemplo. Esta forma de actuar está ligada a la vez a la historia de disciplinas como la etnología, y al recurso a la etimología: en griego, el ethnos designa al pueblo, al grupo humano, pero fue rápidamente utilizado más bien para designar a los grupos sentidos como «otros». Los textos eclesiásticos lo aplicaron para los paganos, y la reinvención de la palabra por Vacher de Lapouge en los años 1890 fue acompañada por «un desplazamiento semántico de los sustantivos empleados antaño: nación estuvo reservada desde ese momento a los Estados ‘civilizados’ de Occidente; pueblo, como sujeto de un destino histórico, es demasiado noble para los ‘salvajes'», si bien «la etnia se refiere a una suerte de ‘nación’ vista desde el rabillo» (Bonte P. e Izard M., 1991).
La noción de etnia parece tener en el mundo actual una posición bastante paradójica: es ampliamente utilizada, aunque sea objeto de críticas extremadamente severas. (Como lo nota de un modo agradable el autor de una nota sobre la etnia publicada por la asociación Geza Roheim, «las etnias, eso no existe, pero hay muchas» (Geza Roheim, 2003).
La noción de etnia es discutida, incluso rechazada, según varias líneas argumentativas. Una de ellas rechaza, bastante simplemente, e incluso brutalmente, el uso de la noción, en la medida en que conlleva una herencia pesada, la de una práctica que hace de ella un simple sustituto de la noción de raza. Es exacto que muchos grupos -en particular en África- designados como «razas», han sido calificados luego en términos de etnias, cuando la utilización de la raza era considerada como inadmisible, en razón, a la vez, de los usos que se habían hecho del término a mediados del siglo XX, y de los progresos de la genética que demostraron la imposibilidad de aplicar la noción a la especie homo sapiens. Numerosos autores rechazan su empleo, porque consideran que la etnia no es más que una «traducción políticamente correcta» de la raza.
Una crítica más compleja se funda en un cuestionamiento de la realidad misma de los «grupos étnicos» en las sociedades donde han sido reconocidos frecuentemente, como los de África tropical. Para los autores que la formulan, las etnias son a menudo de hecho «invenciones coloniales» atribuidas a los administradores, a los misioneros… y a los investigadores de ciertas épocas y de ciertas escuelas. Por lo demás, ésta es una posición que merece ser matizada, como lo hace, por ejemplo, Catherine Coquery Vidrovtich, quien reconoce a las etnias raíces que les confieren un nivel de realidad cierta: «desde hace veinte años, los investigadores han popularizado la idea de «la invención étnica». Se trata menos, evidentemente, de invención que de transformación, por dos razones: desde la óptica colonial, existía la preocupación de fijar las poblaciones. Por lo tanto, se han dibujado fronteras lineales, delimitado circunscripciones, calcado groseramente en el conjunto sobre espacios étnicos anteriores… Entonces se sistematizaron las diferenciaciones buscando, por supuesto, dividir para reinar…: desde la óptica de los africanos, se trató de resistir a la intrusión colonial. Ahora bien, ¿qué es más natural, más visceral, que referirse a su propio pasado, a su historia anterior, en resumen, a su etnia y a su representación mítica?» (Coquery-Vidrovitch.C., 2000).
A pesar de las críticas de las cuales es objeto, al punto de que se puede tal vez considerar que es el resultado de una salida de los tabúes, el término etnia se utiliza mucho todavía. Esto se da tanto en la literatura francesa como en la inglesa [y en la española]. En estas lenguas, la palabra «etnia» o «ethny» no ha sido jamás fundamentada, pero las expresiones «grupo étnico» o el término «etnicidad» son de un empleo muy general. La permanencia del uso de esta palabra resulta en parte de los esfuerzos que se han hecho para presentar una concepción que tenga en cuenta la fluidez y la dinámica de la realidad, como en F. Barth: «en lugar de (ver) la etnia como un conjunto humano aislado que se transmite inmutablemente a lo largo de las generaciones de elementos culturales, se considera que las distinciones étnicas se fundan y se mantienen en las interrelaciones y por mecanismos de exclusión y de incorporación que definen fronteras, límites» (Barth F., 1995).
Pero, con todo, tal vez hay que ver en la vitalidad de una palabra controvertida un resultado de un hecho bastante simple: la existencia de grupos humanos más grandes que las familias más extendidas, fundados en compartir comportamientos y representaciones, y en un reconocimiento de sí mismos y no de los otros está fuertemente inscrita en la realidad; es necesario entonces nombrarlos bien. A pesar del peso de ciertas herencias o de marcas históricas, y de derivaciones que de ellas resultan, el término etnia ofrece un medio cómodo para hacerlo. Sin embargo, sólo se lo puede usar con gran precaución.
Ver también: segregación, discontinuidad