Migración internacional

La migración es un traslado de domicilio por parte de un individuo o un grupo humano, que conduce a una instalación prolongada fuera de su espacio de vida anterior. Por extensión, el término puede aplicarse también a los animales o a las plantas.

Proviene de la palabra latina “migracio”, que significa “paso de un lugar a otro”, que puede corresponder a dos acepciones del concepto de migración:

ya sea que la atención se centre en el estado sedentario que precede y sigue al movimiento, por lo tanto en los lugares de salida y llegada, su evolución, la forma de integrarse en el sitio de acogida o de mantenerse en contacto con el lugar de origen. La movilidad (movilidad espacial) es un estado temporario entre dos sedentarismos.

ya sea que el estudio se centre en la forma en que se realiza el movimiento, los obstáculos con que tropiezan los migrantes, la sucesión de etapas con su temporalidad y su espacialidad propias, las solidaridades movilizadas para realizar el desplazamiento. El proceso de movilidad se vuelve central hasta el punto de llamar a esta condición “migrancia” (del inglés migrancy).

La primera acepción dominó durante mucho tiempo el análisis del fenómeno migratorio por parte de los geógrafos en una lectura sedentaria del mundo. El concepto se define entonces como un cambio definitivo de domicilio por parte de un individuo o un grupo humano. El nómade no es un migrante, puesto que no tiene domicilio fijo, sino que se desplaza constantemente según un circuito regular. Ocurre lo mismo con los “viajeros” y los vagabundos de toda clase (vagabundos, excursionistas) que están en perpetuo movimiento. Esta dicotomía sedentario/nómade abarca también una jerarquía de valores que opone a quienes se han arraigado a los “sin fuego, sin lugar” para los cuales ellos constituyen una amenaza (S. Castles).

La evaluación cuantitativa de las migraciones reforzó la visión sedentaria. El recuento puede efectuarse a partir del siglo XVI en Europa gracias a los registros de nacimiento, de defunción o de propiedad, lo cual introduce un sesgo estadístico. El cálculo se realiza a partir de la declaración de un lugar fijo oficialmente reconocido por los censos u oficinas de impuestos, el domicilio, focalizando la mirada en los espacios de salida y llegada. Incluso hoy en día sigue siendo difícil medir los flujos, mientras que las estadísticas sobre las existencias son más fiables (P. J. Thumerelle). Esta atención a los dos extremos del movimiento condujo a desarrollar teorías sobre las causas de las migraciones a partir de la observación de ambas situaciones (teoría del push/pull, expulsión/atracción de H. Jerome). El fenómeno migratorio también se analiza a través de sus consecuencias en los lugares, puesto que se plantea el interrogante sobre el reparto de recursos entre autóctonos y migrantes, de las transformaciones de las sociedades y las identidades en los dos extremos del desplazamiento (Guilmoto). La migración se lee entonces a través del prisma de la integración, incluso de la asimilación del grupo migrante a la población autóctona, según una visión unidireccional.

En la segunda acepción, la migración como proceso de movilidad, resulta del crecimiento del fenómeno a fines del siglo XX con la expansión de los medios de transporte masivo. Sin embargo, la migración abarca sólo una de las formas de movilidad, que conlleva un cambio prolongado en el espacio de vida. No debe confundirse con los otros tipos de desplazamientos cotidianos domicilio-trabajo (en autobuses de enlace) o con los cambios de residencia muy cortos durante los desplazamientos turísticos. De todos modos, a los migrantes se les puede exigir que utilicen los mismos medios de transporte o que recurran a los mismos recursos para un cruce fronterizo (visa turística) que a estos últimos. El aumento absoluto del número de migrantes, que ha alcanzado alrededor de mil millones como resultado del desplazamiento de las zonas rurales hacia las ciudades (éxodo rural) o entre países (emigración), promueve la movilidad en detrimento del sedentarismo. Así, la condición nómade experimenta un renacimiento, que se refleja en expresiones como “el planeta nómade” (R. Knafou) o el calificativo de objetos nómades, hasta el punto de considerarse una cualidad del hombre moderno. Sin embargo, las estadísticas aún desmienten esta interpretación, ya que la población mundial registra solamente 3 % de migrantes internacionales. La mayoría de los movimientos migratorios se efectúan aún en distancias cortas, con cuatro veces más de migrantes internos, es decir, un total de 15 % de migrantes en todo el mundo. Más allá del cruce de una frontera, estos dos tipos de migración operan según patrones similares y permiten interrogarse sobre las nociones conexas de red, ciclo o campo migratorio.

En ambos casos, la migración es rara vez individual. Forma parte de las relaciones sociales a una distancia más o menos larga (A. Tarrius). Se pueden entonces identificar los lazos familiares fuertes y los vínculos débiles de las afinidades profesionales, religiosas, regionales o nacionales que estructuran las redes. Éstas aprovechan los desarrollos más recientes de tecnologías de la información y la comunicación para automantenerse, lo que D. Diminescu describe por medio de la expresión “migrantes conectados”. La construcción de estas redes y su resiliencia explica el mantenimiento de los flujos migratorios incluso cuando han desaparecido las condiciones iniciales de los movimientos. Se pueden observar ciclos migratorios de larga duración con sus fluctuaciones temporales. La noción de migración es indisociable de una temporalidad. En función de la duración del cambio de residencia, es corriente oponer las migraciones temporarias, de algunos meses a algunos años, a las migraciones definitivas, con una partida sin retorno. Finalmente, desde el punto de vista espacial, la conservación de las relaciones entre los migrantes y sus parientes que permanecieron inmóviles, los desplazamientos turísticos y familiares resultantes, mantienen un campo migratorio que vincula no solamente los espacios de salida y de llegada, sino también muchas etapas de los viajes. (G. Simon, L. Faret).

Eric Leclerc

 

-CASTLES, S. & MILLER, M.J. The age of migration. New York: Guilford Press, 2003. 338 p.
-GUILMOTO, C. & SANDRON, F. Migration et développement. Paris : Documentation française, 2003. 142 p.
-JAFFRELOT, C. & LEQUESNE, C. L’enjeu mondial : les migrations. Paris : Presses de Sciences Po, 2009. 311 p.
-SIMON, G. Géodynamique des migrations internationales dans le monde. Paris : Presses universitaires de France, 1995. 429 p.
-SIMON, G. La planète migratoire dans la mondialisation. Paris : A. Colin, 2008. 255 p.
-TARRIUS, A. La remontée des sud : Afghans et Marocains en Europe méridionale. La Tour d’Aigue : Aube, 2007. 201 p.
-THUMERELLE, P.-J. Peuples en mouvement. La mobilité spatiale des populations. Paris : S.E.D.E.S., 1986. 325 p.