Polarización
El concepto de polarización comprende dos acepciones distintas en Geografía:
Una acepción clásica, que significa concentración de materia y energía. La polarización es la atracción que ejerce un lugar sobre un espacio más o menos extenso y heterogéneo, que se encuentra en una situación de dependencia con respecto a ese centro. El espacio se compara con un campo magnético en el cual un lugar, asimilado a un polo (generalmente una ciudad o una región), ejerce una imanación proporcional a su población, a sus actividades o a sus equipamientos. A mediados de los años 50, el economista A. Piatier llevó a cabo una encuesta sobre la atracción comercial de las ciudades francesas.
Una segunda acepción agrega a la atracción el efecto de incitación del polo al desarrollo de un conjunto regional. Esta segunda aproximación es imputable a los trabajos de dos economistas: F. Perroux y J.R. Boudeville. El primero propuso, en 1955, un concepto no espacializado de polo de crecimiento. Este concepto, en ruptura con las teorías del equilibrio neoclásicas, muestra que las inversiones sectoriales selectivas son susceptibles de crear mecanismos multiplicadores de crecimiento. La aplicación espacial de este tipo de teorías fue desarrollada a nivel regional, a través de los intercambios interindustriales, por J.R. Boudeville (1972).
Con las tesis de M. Rochefort, R. Dugrand y J. Labasse, y luego a través de los trabajos sobre la armadura urbana de Hautreux y Rochefort (1963), la geografía utilizó indistintamente ambas filiaciones. Siguió notoriamente en esta vía, en geografía regional, donde se debe a E. Juillard el concepto de región polarizada (1962), y a P. George (1967) una presentación del hexágono que opone los «espacios polarizados» a «lo inorgánico».
Hoy en día el término se emplea frecuentemente en otras ciencias humanas, tales como la sociología, que lo utiliza para dar cuenta de una acentuación de los contrastes sociales en el seno de una entidad. S. Sassen habla asimismo de «polarización social» para calificar las dinámicas sociales en la «ciudad global» (1996).
Las relaciones entre el polo y el espacio que lo rodea pueden ser pensadas en términos de gravedad. El modelo de William J. Reilly (1931), aplicado en un principio al comercio de detalle, fue concebido por analogía con la teoría de la gravitación de Newton. Según este modelo, la intensidad de la atracción y por ende de las interacciones geográficas decrece en función de la distancia, muy frecuentemente bajo la forma de un gradiente. La fórmula de este modelo es la siguiente:
donde Iij corresponde a la interacción probable entre los dos centros i y j. Pi y Pj constituyen la población de estos dos centros, y Dij, la distancia entre i y j.
El alcance respectivo de estas interacciones corresponde a la polarización que ejerce una aglomeración sobre su área de influencia, y está limitado por la extensión máxima de la influencia de otra aglomeración.