Recurso
En un sentido muy general, un recurso es un elemento que presenta una utilidad para las sociedades humanas. Se incluyen tradicionalmente en esta categoría la energía y las materias primas, pero también la información y las disponibilidades humanas. Un recurso no existe en sí mismo. Un elemento natural sólo accede al estado de recurso a partir del momento en que las sociedades lo utilizan para sus necesidades. Esta utilidad y la importancia acordada a un recurso resultan de las necesidades sociales. Se considera que las necesidades aumentan con el crecimiento de la población y con el desarrollo económico, pero en el transcurso del tiempo, el interés acordado a tal o cual elemento natural ha cambiado. La cantidad de recursos disponibles, en efecto, es evaluada constantemente en función de la rareza, de los cambios de usos y de las posibilidades de reciclado de los elementos considerados como recursos. En el curso del período contemporáneo, la humanidad ha acelerado de manera considerable tanto su utilización de los recursos naturales, como su extracción sin restitución de los recursos fósiles del subsuelo terrestre.
Todo recurso, «natural» o no, posee una extensión espacial máxima variable en el transcurso del tiempo. Desde el Neolítico, la difusión de ciertas plantas agrícolas (trigo, maíz, papa) se ha modificado considerablemente. De un año a otro, la extensión o la disminución de las superficies cultivadas hace variar la cantidad de recursos agrícolas explotables para alimentar a la población del globo. Para la producción de recursos naturales o primarios, el elemento fundamental es la fijación de la energía solar. Los recursos y los flujos que éstos suscitan para las necesidades de base se organizan para un espacio dado bajo la forma de cadenas alimentarias. Éstas están compuestas de existencia de biomasa, productores (generalmente vegetales), consumidores, transformadores y recuperadores, y organizadas cuantitativa y jerárquicamente según la pirámide de los ecosistemas. Ciertos sistemas naturales primarios son más productivos que otros. Incluso si ciertos sistemas naturales primarios son más productivos que otros, existen, según los continentes, diferentes formas de presión sobre los recursos (agua, bosques, suelos). Éstos están ligados a los modos de valorización de los territorios y son susceptibles de crear desequilibrios durables.
Para resolver las relaciones entre recursos y desarrollo, varios científicos han intentado simular las conexiones entre población y recurso sobre un territorio. (Malthus, Verhulst, Volterra-Lotka). A intervalos regulares desde Malthus, algunos teóricos anuncian un agotamiento futuro de los recursos. Estas teorías reflejan más ampliamente los debates sobre las relaciones que la humanidad mantiene con el progreso científico y sobre la forma en que ésta se proyecta en el futuro. En 1972, el Club de Roma publicaba el informe Meadows, que anunciaba el agotamiento previsible, desde fines del siglo XX, de las reservas de materias primas y de las energías fósiles. Este informe se basaba en un cierto número de presupuestos, tales como la idea de que el crecimiento económico va acompañado necesariamente de un crecimiento más que proporcional del consumo de materias primas, y en la asimilación de las reservas conocidas a las reservas totales, así como en la ausencia de idea de sustitución, de creación o de innovación. A esta visión estática, se opone en adelante el concepto de desarrollo durable propuesto en 1987 por el informe Bruntland (ONU).