Suburbio
La palabra “suburbio” es polisémica, puesto que abarca tres significaciones que se suceden cronológicamente: un significado jurídico que se relaciona con los derechos y deberes de una parte de los habitantes en la época medieval; una significación geográfica, la de cintura urbanizada dependiente del centro; un significado simbólico relativo a la marginalidad y al descrédito que pesan sobre aquellos que se califican como “excluidos” por reducción apresurada.
El primer suburbio está estrechamente ligado a la aproximación jurídica de la ciudad de la Edad Media. La palabra en francés, “banlieue”, está formada por la raíz germánica bann, que se vincula tanto con la proclamación pública como con la exclusión, y por el término “leuga” (el «lugar»), usado desde la época galorromana. “Ban-lieu” aparece por primera vez en un texto de la Picardía francesa que data de fines del siglo XII, pero su equivalente latino (Banni-leuga) fue extraído de los archivos que se remontan al año 1036 y se refieren a la ciudad de Arras. [Nota de la traductora. En español, en cambio, la palabra “suburbio” –como suburb, en inglés- deriva del latín: el prefijo “sub” (debajo, en sentido directo; inferior, en sentido figurado), y “urbs” (urbe, ciudad), es decir, inferior a la ciudad. Sin embargo, su origen en todos los casos es el mismo: se refiere a la actividad de los comerciantes, quienes, desde el siglo X, fueron ubicados extramuros, fuera del recinto fortificado de las ciudades].
La palabra sirve para designar el anillo que rodea a la ciudad, en principio de una legua de ancho (es decir 4.440 metros en el caso de la legua francesa). Se diferencia de la palabra faubourg (del francés antiguo fors-borc, “el pueblo fuera de la muralla”) que posee una definición económica exclusiva en esta época, al hacer referencia a los centros de las actividades comerciales.
El uso del término se transforma bajo la Restauración. El suburbio alude a la periferia dependiente de la ciudad-centro y se inscribe en un sistema de valores que opone la ciudad a todo lo que la rodea. Con la revolución industrial se precisan las divisiones sociales del espacio y la palabra se carga de apreciaciones peyorativas. Las grandes ciudades comienzan a “derramar” sobre el suburbio las poblaciones que ellas no pueden alojar más, y el campo envía hacia éstas a los hombres que no pueden alimentar. El suburbio se convierte en un exutorio para las actividades molestas y contaminantes: talleres, estaciones de distribución, estaciones de depuración, yacimientos de gas, descargas… Numerosos servicios se instalan allí: hospitales siquiátricas, hospicios, prisiones, cementerios, campos de deportes, por ejemplo.
Hoy en día, el suburbio es una cintura edificada que aglomera a una gran diversidad de territorios, tanto comunas que conocieron una larga historia como pequeños núcleos poblados desmesuradamente agrandados por la llegada de loteos de casas de clase media y grandes conjuntos de los años 1960-70.
Para el Instituto Nacional de Estadísticas de Francia (INSEE), el suburbio es el resultado de una sustracción: es una aglomeración menos la ciudad-centro. En cada censo, el perímetro de la aglomeración es redefinido agregando las comunas que se hallan en el área urbana continua por el emplazamiento de nuevas construcciones en el suelo, de tal modo que ninguna de ellas esté a más de 200 metros distante de la otra. De este modo, el suburbio de París pasó de 279 comunas en 1968 a 378 comunas en 1990, a 395 en 1999 y a cerca de 410 en 2009.
Desde 1995, el INSEE elabora una nueva zonificación, la del área urbana (ZAU), que define al territorio con dominante urbana en términos de atractividad en materia de empleo, y no en términos de crecimiento demográfico y espacial, como en el caso del antiguo suburbio. Los inventarios comunales han mostrado que, en general, las comunas de suburbio están menos equipadas en servicios que las del centro urbano; éstas registran también un índice entre número de empleos y de residentes muy frecuentemente inferior a 1.
Finalmente, al aparecer como un tema de opinión y no como un objeto científico, el suburbio contemporáneo lleva una carga que lo supera. Subraya de manera emblemática la disociación contemporánea entre un espacio virtual de alta frecuencia y un territorio real muy poco mediático, el del enclave, de la vida cotidiana difícil, de los inmigrantes pobres, de la pequeña apropiación de las solidaridades sin problemas. Probablemente en el marco de este suburbio se podrían situar los dos mitos que recorren la historia urbana y que están floreciendo hoy en día: el del suburbio-gueto, correspondiente a las urbes marginadas, y el del pueblo urbano fundado sobre la mezcla social y la convivialidad.
En resumen, el suburbio cuestiona la visibilidad de lo real. Esto se presta a las amalgamas y a las confusiones:
– confusión entre el todo y la parte, entre lo singular y lo plural, mientras que la periferia de una ciudad central se compone en general de varias comunas suburbanas que se benefician cada una con su propia identidad;
– confusión entre la cintura periférica y el barrio sensible, mientras que varias ciudades-centros tienen sectores con problemas y numerosas comunas suburbanas no conocen dificultades específicas;
– confusión entre los barrios desfavorecidos y los «guetos» con tonalidad étnica o religiosa, mientras que los orígenes nacionales están muy frecuentemente diversificados en las “ciudades” contemporáneas y los procesos de integración y de dispersión no están totalmente interrumpidos.
Finalmente, por el uso indiscriminado que se ha hecho de esto en el marco francés, el término suburbio remite no sólo a una entidad espacial precisa, sino también a una noción vaga susceptible de aplicarse a todo sector enclavado y a toda población que se aleje de la norma. El malestar de los suburbios cubriría así una aproximación geográfica inexacta y una concepción sociológica pasablemente fluida. En toda sociedad que se busque, el suburbio sería entonces el epicentro de los problemas sociales y el lugar de aplicación por excelencia de la “política de la ciudad”.
Va de sí que esta aproximación francesa del suburbio no puede ser transpuesta en el marco europeo sin interrogación crítica, terminológica y metodológica y, a fortiori, en las aglomeraciones de otros continentes. De manera lapidaria, los viejos barrios centrales o pericentrales (asociados a las inner cities [ciudades del interior]) y los loteos muy alejados concentran las principales dificultades sociales.
En los países anglosajones, la noción de suburb abarca dimensiones urbanas y sociales muy contrastadas. Se vincula, muy frecuentemente, con las franjas de la ciudad y no con la cintura fuertemente urbanizada que rodea a la ciudad-centro. En Inglaterra y Estados Unidos, expresa idealmente la pacificación de las relaciones sociales y es más bien sinónimo de opulencia. En Alemania, los problemas involucran menos a las periferias que a pequeños islotes pericentrales denominados “puntos calientes”.
En América del Sur y en Asia, las redistribuciones de las poblaciones y la aparición de vastas zonas urbanas, desigualmente controladas, ponen en evidencia fuertes discontinuidades, parcialmente tomadas en cuenta por los estudios relativos a la segregación social y a la fragmentación urbana.
Teniendo en cuenta el desarrollo de la periurbanización y el aumento de los flujos, una aproximación conjunta en términos de territorios y de espacialización reticular parece mejor adaptada al abordaje contemporáneo de las zonas urbanas periféricas: se relaciona a la vez con los bolsones de enquistamiento y con espacios constituidos por conjuntos y conexiones entre puntos nodales, y luego, con una métrica espacial que varía según la naturaleza de los fenómenos observados. La estabilidad que tocaría a ciertas poblaciones y ciertos sectores marginados sería entonces sinónimo de “confinamiento espacial” y permitiría definir “territorios relegados”.