Pierre Gourou
Pierre Gourou (1900-1999) atravesó el siglo XX con una obra de una gran longevidad, cuya lista de trabajos publicados, unos catorce, es tan abundante a partir de 1970 que antes. Se puede incluso decir, según su propia opinión, que el texto que expresa su pensamiento bajo su forma más acabada es “Tierras de buena esperanza, el mundo tropical”, que data de 1982, publicado por lo tanto a una edad muy avanzada. Su obra, que abarca sesenta años desde el Tonkin (1931) a “África tropical, ¿enano o gigante agrícola?” (1991), a pesar de su abundancia, presenta una gran unidad. Sigue una misma línea con una problemática recurrente sobre las relaciones entre los hombres y sus medios naturales, pasadas a través del prisma de su civilización. Las sociedades se abordan a través de los «paisajes» que ellas crean y de su capacidad para ocupar el espacio según densidades de población más o menos grandes.
Pierre Gourou nació en 1900 en Túnez en el seno de una familia originaria del Languedoc francés. Sus lecturas de niño lo llevaron muy pronto a soñar con el Extremo Oriente, con sus grandes civilizaciones y sus fuertes densidades. Si bien cursó sus estudios secundarios en el liceo Carnot de Túnez, siguió un currículo universitario normal en la universidad de Lyon que termina, en 1923, con la agregación en historia y geografía. Primeramente nombrado en el liceo de Túnez, decidió en 1926 partir a Indochina donde, después de un año en el liceo Chasseloup-Laubat de Saigón, obtuvo en 1927 un cargo en el liceo Albert Sarraut de Hanoi (1927-1932), luego en la universidad embrionaria de esta misma ciudad (1932-1935). Permaneció algo menos de una decena de años en ese delta vietnamita con el cual adquirió una gran familiaridad. Desarrolló su propio método de investigación que seguirá luego durante toda su carrera.
A partir de cuestionarios sobre mapas y numerosas encuestas en el terreno construyó su geografía del Delta, objeto de su tesis de doctorado de Estado dirigida por «Albert Demangeon» , Les paysans du delta tonkinois, étude de géographie humaine [Los campesinos del delta de Tonkín, estudio de geografía humana] (1936). Él prestó una atención muy particular a las viviendas rurales, “verdaderos resúmenes de la civilización vietnamita” según su propia expresión, a las cuales consagró su tesis secundaria Esquisse d’une étude de l’habitation annamite dans l’Annam septentrional et central [Esbozo de un estudio del hábitat anamita en el Annan septentrional y central] (1936).
En su primer libro, Le Tonkin, publicado en ocasión de la exposición colonial de 1931, P. Gourou ponía en valor “los aspectos positivos” de la colonización en materia de seguridad, de educación, de salud y “el carácter beneficioso del protectorado francés” (1931: 347). Contrariamente a René Dumont, en el mismo terreno y en la misma época, no percibió la reivindicación nacional naciente de esta población colonizada y denunció voluntariamente “la dominación económica china” antes que la dominación colonial francesa calificada de “protección política asegurada por Francia” (1931: 345-346).
En 1936 fue elegido para una cátedra de geografía en la Universidad libre de Bruselas, institución en el seno de la cual había enseñado Élisée Reclus en 1894. Pero la guerra de 1939-1945 lo alejó momentáneamente de Bélgica. En 1940-41 enseñó en la universidad de Montpellier, donde tuvo como estudiantes a Gilles Sautter y Jean Gallais; después en Burdeos (1942-44), con alumnos como Paul Pélissier y Guy Lasserre. Ellos fueron treinta años más tarde los actores principales de la “geografía tropical” francesa, en el ORSTOM [Oficina de Investigaciones Científicas y Técnicas de Ultramar] (actualmente IRD [Instituto de Investigación para el Desarrollo]) y en el Centro de Estudios de Geografía Tropical de Burdeos (CNRS [Centro Nacional de Investigación Científica]), del cual P. Gourou fue presidente del consejo científico (1968-1992).
Comprometido en la Resistencia, P. Gourou fue vicepresidente del Comité de Liberación de Gironda, representando el movimiento Francia-Libertad, desde agosto a diciembre de 1944. Antes y después de la Segunda Guerra Mundial, desempeñó un papel de experto en los problemas de desarrollo de Indochina, en particular en la puesta en valor del delta del Mekong, en su libro L’utilisation du sol en Indochine française [El uso del suelo en Indochina francesa] (1940). En junio de 1947, publicó un estudio sobre el porvenir de Indochina en el cual optaba por una solución federal en el seno de la Indochina francesa, con un poder de arbitraje de Francia. Su misión en Estados Unidos de diciembre de 1944, donde fue a “debatir cuestiones del Pacífico con estadounidenses, neozelandeses, tailandeses”; después la misión que cumplió en abril de 1946 en Indochina, donde participó en una negociación con una delegación vietminh que no llegó a nada a causa de la confusión que caracterizaba a la política francesa de esa época, lo decepcionaron profundamente por la impresión de inutilidad que extrajo de ellas. Esto marcó, parece, una ruptura en su carrera, ruptura que se tradujo en un alejamiento definitivo y voluntario de toda forma de acción al lado de un poder político, cualquiera sea éste.
P. Gourou pertenece a la familia intelectual de la Escuela de los Anales, dirigida por Lucien Febvre -a quien él consideró siempre como su maestro- y Fernand Braudel, quien fue no solamente su colega en el Colegio de Francia, sino también uno de sus mejores amigos. Él situó muy pronto en el centro de sus estudios la noción de “civilización”. Esta última aparece de modo sistemático desde las primeras obras que publica después de su tesis, las cuales son una extensión de ésta en el espacio: L’utilisation du sol en Indochine française [El uso del suelo en Indochina francesa] (1940 a) y La terre et l’homme en Extrême-Orient [La tierra y el hombre en Extremo Oriente] (1940 b). Su formulación más conceptual figura en un artículo sobre La civilisation du végétal [La civilización del vegetal] (1948), elogiado por Lucien Febvre en los Anales (1949). En éste distingue “las técnicas de producción” que regulan las relaciones que los hombres mantienen con el medio natural, y las “técnicas de control territorial” que regulan las relaciones de los hombres entre sí. A partir de su libro Pour une géographie humaine [Por una geografía humana] (1973), habla sistemáticamente de “técnicas de encuadramiento”, dando a esta denominación una acepción más amplia. Se trata de encuadres que provienen de la sociedad civil (familia, lengua, régimen territorial, prejuicios, mentalidades, religión…) y de la sociedad política (cuadros aldeanos, tribales, estatales…). Lo cultural y lo político están profundamente imbricados en esta noción de encuadramiento.
Pierre Gourou fue durante mucho tiempo conocido esencialmente por su obra Les pays tropicaux, principes d’une géographie humaine et économique [Los países tropicales, principios de una geografía humana y económica] (1947), libro que tuvo un éxito muy grande (traducido a varios idiomas), y que le valió a su autor la creación de una cátedra de Estudio del Mundo Tropical (geografía física y humana) en el Colegio de Francia, inaugurada en diciembre de 1947. Él ocupará esta cátedra hasta su jubilación en 1970, paralelamente a su cátedra de geografía en la Universidad libre de Bruselas. Habiendo tenido la ocasión, en 1945, de pasar dos meses en la biblioteca del Instituto Francés de África Negra (IFAN) en Dakar, P. Gourou descubrió allí un gran número de publicaciones anglosajonas sobre los países tropicales, en particular africanos. Esto le permitió ampliar sus conocimientos en el dominio tropical no asiático y reunir materiales para su libro publicado el año siguiente.
Su lección inaugural en el Colegio de Francia y la primera edición de los Pays tropicaux dan una visión muy pesimista e incluso muy fuertemente coloreada de naturalismo del mundo tropical. P. Gourou elabora en ella una suerte de “modelo” de estas regiones cálidas y lluviosas, caracterizadas por bajas densidades de población. “Estos países de civilización y economía atrasados” están perjudicados por un medio físico que se presenta como mucho más desfavorable que el medio templado (insalubridad y pobreza de los suelos). En la edición renovada en 1966 de Pays Tropicaux modera ampliamente el pesimismo de la primera edición, modificando juicios sobre la pobreza de los suelos, la insalubridad y los recursos forestales. Insiste en el retraso de la investigación científica y de la tecnología incluso insuficientemente adaptadas al mundo tropical. El pesimismo de P. Gourou de los años 40, ya sensiblemente atenuado en 1966, se transformó en un optimismo ponderado en la década de 1980, notablemente en Terres de bonne espérance : le monde tropical [Tierras de buena esperanza: el mundo tropical]: “Si el mundo tropical, que se beneficia de las mejoras de las cuales este libro sugirió la posibilidad, hubiera explotado a fondo su enorme riqueza-renovable-en calor solar y en aguas pluviales y fluviales, aseguraba su prosperidad y el porvenir alimentario de nuestra especie” (1982: 416).
Su aversión a las teorías, las conceptualizaciones, los modelos, condujo a P. Gourou a una crítica del determinismo climático. Pero su rechazo a los aportes de las disciplinas vecinas hacía de él un empírico que implicaba permanecer en la geografía clásica de la línea vidaliana (Hérodote, 1984). Él encerraba las relaciones sociales en una “caja negra” que nombraba “encuadramientos”. Su pensamiento permaneció como muy disciplinar, allí está su fuerza al mismo tiempo que su debilidad. Su empirismo absoluto, al igual que su esteticismo y su estilo elegante y conciso, lo sitúan en la línea de los grandes historiadores y los grandes geógrafos de comienzos de siglo. Contrariamente a sus dos colegas y amigos del Colegio de Francia, Claude Lévi-Strauss y Fernand Braudel, quienes sintieron la necesidad de fecundar su aproximación disciplinar adoptando conceptos y métodos de las ciencias humanas o sociales vecinas de las de ellos, Pierre Gourou rechazó tales ayudas, prefiriendo conservar una aproximación geográfica e histórica stricto-sensu.
La obra de Gourou desempeñó un papel capital en el pasaje, después de la Segunda Guerra Mundial, de una geografía colonial a una geografía tropical. Su libro fundador Les Pays Tropicaux [ya mencionado], traducido muy rápidamente al inglés, tuvo influencia en los países anglosajones. Desde su aparición en Francia fue objeto de críticas (Aimé Césaire, Le discours sur le colonialisme [El discurso sobre el colonialismo] y J. Suret-Canal), que han subrayado, a pesar de sus tomas de posición contra toda forma de racismo, el hecho de que él ignoraba el impacto del colonialismo, priorizando una aproximación naturalista tropical, recurriendo a los largos tiempos de las civilizaciones anteriores a la colonización. Pero esas críticas no suscitaron debates en el medio académico. En el mundo anglosajón, la aproximación tropicalista fue rápidamente abandonada en pro de una aproximación en términos de “desarrollo” o subdesarrollo. En Francia, la aproximación tropicalista, que fue institucionalizada en el seno de los organismos de investigación (ORSTOM, CNRS-CEGET) y de las universidades, persistió mucho más tiempo. El paradigma de la geografía tropical de P. Gourou dio prioridad a los tiempos largos, las escalas pequeña (zona tropical) y grande (estudios de casos locales), mucho menos las escalas intermedias de los Estados-naciones. Las críticas, que invocaban una geografía del Tercer Mundo o del subdesarrollo, se fundaban, por una parte, en una aproximación marxista por las relaciones de producción en el seno de Estados-naciones poscoloniales, y por la otra, en la corriente de análisis espacial [locacional] que empleaba diversos tipos de modelizaciones y una teorización más o menos consolidada. Se criticó un relativo aislamiento de esta geografía en relación con las aproximaciones más conceptualizadas de otras ciencias sociales. Su aproximación demasiado descriptiva de las civilizaciones y sus técnicas no apelaba a un análisis social y político profundo. La corriente poscolonial británica (G. Bowd, D. Clayton, 2005) mostró recientemente cómo la geografía tropical de P. Gourou fue un discurso de poder y una forma de hacer esencial la alteridad de un mundo no occidental, oriental y/o tropical. Al venerar la razón y la ciencia occidental como útiles esenciales para el conocimiento y el «desarrollo», al admirar la armonía y la atemporalidad de los paisajes arroceros del Extremo Oriente, el orientalismo tropical de P. Gourou contribuyó a mantener una cierta geografía de los trópicos lejos de un examen crítico del impacto del colonialismo, del capitalismo y de las dinámicas nacionalistas de los pueblos del Tercer Mundo.
Michel Bruneau